Aficionado y fanático a menudo son sinónimos en el deporte
rey, el fútbol. Pueden aceptar que su equipo pierda un partido pero no toleran
perder su “propio” choque contra la afición rival. Aquí nace el conflicto y la
rivalidad, llevada en demasiadas ocasiones al terreno de la violencia.
En el planeta fútbol son varias las hinchadas conocidas por
sus violentas apariciones:
En Europa, los Hooligans británicos han causado varias
tragedias a lo largo de su existencia. La más terrible en Heysel (Bruselas), en
la final de la Copa de Europa de 1985, donde murieron 39 personas debido a una avalancha
provocada por este grupo.
Los Tifosi
italianos son grupos menos violentos en sus actos, pero más efectivos en sus
protestas. Tal y como ocurrió en el año 2007, cuando los tifosi de todos los clubes protestaron por la falta de seguridad de
los estadios transalpinos tras la muerte de un seguidor de la Lazio, logrando
incluso suspender un partido, el Atalanta-Milan. Personalmente he podido
comprobar la fuerza que tienen los tifosi
del AC Milan, incluso en partidos de nula transcendencia.
En nuestro país, diversas bandas de ultras son conocidas por
su violencia. Al igual que sus clubes, Boixos Nois (FC. Barcelona) y Ultras Sur
(R. Madrid) han protagonizado las noticias más vergonzosas en la liga española.
Recientemente pude disfrutar, gracias a Jon Sistiaga, un grandísimo
periodista, de un documental sobre la
hinchada más violenta e influyente del mundo, los BARRAS BRAVAS.
Los Ultras argentinos acuden a los estadios en masa,
alentando a sus equipos desde las afueras del recinto. Una vez dentro, se
colocan normalmente en un fondo, detrás de la portería, una grada donde no hay
asientos y siguen el partido de pie, sin parar de animar. Hasta aquí todo
normal.
La historia de los Barras
Bravas en el fútbol argentino es
larga, extensa y sangrienta. No nombraré todas aquellas porque necesitaría más
tiempo del disponible. Una de las más sonadas fue la tragedia de La puerta 12, en Buenos Aires, donde
una avalancha de La 12 de Boca Junior provocó la muerte de 71 personas, la mayoría menores.
¿Por qué permiten la entrada a los estadios a estos
colectivos?; ¿Cómo se financian dichos grupos?
Es inimaginable la influencia que estas hinchadas tienen
dentro de los clubes a los que “animan”. He aquí algunos de sus “cometidos”: directivos
amenazados, jugadores señalados por su afición, alineaciones exigidas,
entrenadores despedidos , derecho propio de admisión al estadio…etc.
El ex presidente de Velez Sarsfield relató la
realidad: “En Velez descubrimos que varios de la Barra vendían drogas en la
confitería del club. Fuimos a la policía y pusieron dos agentes a seguirlos y
cuidar la zona. A los dos días esos agentes eran socios de los propios hinchas”
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