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Jugador Senior del Club Promesas Baloncesto Pozoblanco. Amante del deporte

lunes, 10 de diciembre de 2012

Excentricidades: cosas de locos, o no...

Todos hemos oído hablar de las manías que los deportistas utilizan para concentrarse en la práctica deportiva, ahuyentar malos presagios o distraer al contrario.

En el fútbol, deporte rey por antonomasia, vivimos bastantes escenas curiosas por parte de los jugadores a la hora de comenzar un partido, o incluso en el transcurso del mismo. Saltar al campo con el mismo pie, santiguarse, besar el escudo, rezar, tocar los palos de la portería tras un gol, son ejemplos plausibles del tema que estamos tratando.

Uno de los más recordados tuvo lugar en la Copa del Mundo de Francia, en 1998. Laurent Blanc, central de los "Bleus", se dirigía hacia la portería y besaba la calva de Fabien Barthez, siempre antes de comenzar el partido; ritual que realizó hasta que ganó el campeonato mundial.

Manuel Ruiz de Lopera, ex presidente del Real Betis, portaba en todos los partidos una estampita del Cristo del Gran Poder bajo la solapa de la americana, imagen que besaba repetidas veces por cada gol marcado por su equipo.

Los futbolistas despliegan una pasarela de rituales que dejan atónitos a todos. Iker Casillas, el mejor portero del mundo, en la final de la Champions League en 2002, demoró el cambio por su compañero Cesar (se lesionó a falta de 25 minutos) porque la camiseta que le habían puesto tenía las mangas largas (recordemos que Iker siempre juega con manga corta), y no entró al terreno de juego hasta que se las cortaron.

Quizás, y salvaguardando las distancias, el baloncesto le gana la partida de rituales y excentricidades al fútbol. Hay casos extremos, como el de Gilbert Arenas, ex jugador de Washington Wizard, que, en los descansos de los partidos en los que jugaba, dedicaba su tiempo a jugar on-line al poker, apostando grandes sumas de dinero. ¿Manía o vicio? Juzguen ustedes.

El mejor jugador de todos los tiempos, Michael Jordan, disputaba todos los partidos con los shorts de la universidad de North Carolina debajo de la equipación de los Bulls.

Jason Kidd, veterano jugador de los New York Knicks, mantiene una manía curiosa a la vez que extraña. Antes de lanzar los tiros libres, tira un beso a la canasta. En España, Jorge Garbajosa, susurra una frase de contenido familiar antes de lanzar los libres que nadie conoce exactamente.

En la actualidad hay un jugador que encandila a las masas por su ritual antes de comenzar un partido. LeBron James, jugador de Miami Heat, se acerca a la mesa de anotadores para llenarse las manos de polvos de talco (para tener mejor adherencia al balón) y lo sobrante es lanzado al aire, creando una nube blanca.


 Pero en esto de manías, excentricidades, rituales o supersticiones, la palma se la lleva nuestro tenista número uno, Rafa Nadal. El de Manacor llega hasta el límite repitiendo una y otra vez las mismas secuencias: salir recién duchado al partido, no pisar las lineas del campo mientras el juego esté parado,  colocar la raqueta en la silla encima de una toalla, poner las botellas perfectamente alineadas y, si es en tierra, sobre la huella que ha dejado anteriormente. Entre punto y punto, se coloca bien los calzoncillos, se pone el pelo detrás de la oreja y se seca el sudor. A este hombre se lo permitimos todo. Visto lo visto en su trayectoria, el mallorquín tiene licencia para lo que quiera.


El que escribe, como deportista que es, también tiene rituales en los que se apoya a la hora de jugar. Además de empezar a vestirse por los pies, dentro del partido y cada vez que acude a la linea de tiros libres, repite una y otra vez el mismo proceder. Postrado en el lado derecho de la linea, bota cinco veces (por su dorsal) antes de tirar.

Hay muchos deportistas que traspasan la linea que separa lo normal de la locura. En todos los casos se entienden dichas manías, aunque en todos los casos las derrotas no son causadas por un mal uso de los rituales.




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